Toda vez que la pandemia y sus consecuencias parecen haber pasado a la historia, el desafío que enfrentan ahora los proveedores de la logística de la cadena de frío es otro. Según el informe Trust and Technology: The Links in a Sustainable Cold Chain, elaborado por Maersk y Reuters, el aumento de los costes energéticos y las emisiones de gases de efecto invernadero son los nuevos hándicaps con los que deben lidiar los actores implicados.
En el desarrollo del mismo, Stein Van Est, Director de Logística de la Cadena de Frío en Europa de Maersk, asegura que los costes crecientes en la planificación a largo plazo son una “preocupación constante” por los precios de la energía.
En este aspecto, hace hincapié en que “los proveedores están incorporándolos a sus contratos. Antes, podíamos ver una cláusula sobre los factores de ajuste del gasóleo. Hoy, estas cláusulas incluyen ajustes de los precios de la energía”.
Por otro lado, el documento pone de manifiesto que la cadena de frío de los alimentos representa en torno al 1% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, según datos de Carbon Trust. Una cifra muy elevada que se prevé aumente «significativamente» en los próximos años. Hecho que, señalan, exigirá grandes inversiones para reducir el consumo de energía.
Estas emisiones son, sin duda, uno de los quebraderos de cabeza de la cadena de frío. Shane Brennan, Director General de Cold Chain Federation, considera que “en la actualidad, no hay suficiente conocimiento sobre aspectos como la medición del rendimiento de las emisiones».
El establecimiento de estrategias medioambientales, sociales y de gobierno corporativo serviría, según el Whitepaper, para guiar a las organizaciones en su misión de ser más transparentes. De hacerlo, considera, se podrían alcanzar unas emisiones netas cero emisiones de gases de efecto invernadero para 2039.
En este sentido, el documento propone a la propia cadena de suministro como gran parte de la solución. El jefe de la cadena de suministro de productos de Unilever Ice Cream, Sandeep Desai, describe cómo «muchos de nuestros socios logísticos que operan en la cadena de frío ya utilizan un amplio conjunto de tecnologías para garantizar que no haya interrupciones«.
Sobre este punto, Brennan señala que “es impresionante y asombroso hasta qué punto la IoT se ha convertido en el estándar«. De hecho, según una encuesta de Gartner sobre la cadena de suministro de 2019, el 59% de los encuestados había desplegado IoT en sus organizaciones.
Un hecho que, apuntan, ha impactado significativamente en el tiempo de inactividad, reduciendo las interrupciones y los problemas de suministro. En el informe se cree que la robótica y la IoT pueden resolver la escasez de personal y los problemas de manipulación manual, reduciendo al mismo tiempo los errores humanos.
Por otro lado, abundan en que el uso de combustibles renovables y un mejor mantenimiento de los almacenes reducirán los costes energéticos. Asimismo, fomentar una cultura de visibilidad en toda la cadena de frío mitigará los riesgos normativos, abordando factores como la temperatura y la calidad general del producto.
Algo que, recuerdan, requiere un enfoque colaborativo en toda la cadena de suministro, en el que cada socio utilice tecnología personalizable para supervisar la integridad del producto y mantener informadas a las partes interesadas. Pero para llevar todo esto a cabo hace falta dinero. Y, por eso, el nuevo reto para la cadena de frío será “convencer a todas las partes interesadas de que esas inversiones merecen la pena”.
“La inversión en combustibles renovables mantendrá los costes bajos, mientras que la automatización reducirá los problemas de personal”, concluyen.
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