Durante las últimas dos décadas, China ha consolidado su presencia en todas las regiones del planeta, en función de su ascenso como la segunda potencia mundial y como resultado de una política exterior que la ubica hoy como actor indiscutible en la agenda global y factor ineludible en la toma de decisiones de desarrollo y política exterior de muchos países.
En una coyuntura de transformación global y en la que diversos países de América Latina y el Caribe (ALC) redefinen sus liderazgos y la orientación de sus políticas nacionales, es urgente analizar a fondo cómo se manifiesta en nuestra región esa creciente presencia global de China y qué estrategias está adoptando cada país o el conjunto de la región para aprovechar mejor las oportunidades.
Al mismo tiempo, prevenir los riesgos inherentes a esa creciente vinculación, una relación que no se limita a lo económico, sino que cada vez se expresa más en nuevos acuerdos bilaterales, en coincidencias políticas y en acciones conjuntas en foros multilaterales.
Al revisar los renglones que configuran la relación entre China y ALC, se observa que el comercio pasó de US$10,000 millones de dólares el año 2000 a cerca de US$450,000 millones en 2021, con lo que China se convirtió en el principal socio comercial de la mayoría de los países sudamericanos, desplazando a Estados Unidos.
La tendencia es similar en materia de inversión, que ha crecido a más de US$ $300.000, con presencia en numerosos sectores productivos y en el desarrollo de infraestructura. Asimismo, desde principios de este siglo se multiplicó el financiamiento chino a diversas economías latinoamericanas, junto con la suscripción de nuevos acuerdos de cooperación y de libre comercio.
China orienta sus relaciones con ALC con base en estrategias bien planeadas (Libros Blancos, 2008 y 2016), ha logrado que 20 países de la región se adhieran formalmente a su Iniciativa de Franja y Ruta y ha seguido estableciendo relaciones con países que hasta hace poco reconocían oficialmente a Taiwán. También impulsa nuevas fórmulas multilaterales en materia de seguridad, desarrollo y cooperación sur-sur; destaca su relevancia en el Grupo BRICS, del que Brasil es parte y al que esta semana se invitó a Argentina junto a otros cinco países.
Varias naciones latinoamericanas forman parte, igualmente, del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB) y/o del Nuevo Banco para el Desarrollo o Banco de los BRICS. A lo anterior, podemos agregar diversos ejemplos del ejercicio del poder suave de China, con sus Institutos Confucio, programas de cooperación directa y su participación en organismos regionales como la OEA, el BID, la CEPAL y, de manera muy importante, el Foro China-CELAC.
Como es evidente, China se está posicionando de manera estratégica en la región de América Latina y el Caribe, pero aún hace falta que nuestros países respondan con determinación y estrategias de largo plazo a las oportunidades y retos que presentan los nuevos escenarios geopolíticos y económicos globales, evitando al mismo tiempo caer en las trampas de la rivalidad sistémica que enfrenta a las dos grandes potencias.
En el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) seguimos promoviendo la profundización del conocimiento de estas nuevas realidades y las respuestas necesarias, a efecto de hacer realidad las aspiraciones históricas de nuestro país y de toda la región latinoamericana en materia de desarrollo, integración y relaciones internacionales.
José Luis Bernal
Coordinador de la UER-China en Comexi
Fuente: Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
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