La innovación es comúnmente vista como la creación de algo completamente nuevo y disruptivo, una invención que viene a ocupar un espacio vacío. Sin embargo, innovar no siempre implica partir de cero ni sustituir una solución por otra sino darle a algo pre existente un giro diferente , ampliando sus aplicaciones o evolucionando hacia nuevas soluciones.
Un buen ejemplo de ello se me presentó durante una visita a un viejo molino devenido en un peculiar museo que me hizo reflexionar sobre el futuro del seguro de transportes . Veamos. Los Molinos de Zaanse Schans. Durante una visita turística a esta muy pequeña localidad en los Paises Bajos, me sorprendió saber que supo ser el Astillero más grande del mundo en el siglo XVII gracias a una ingeniosa readaptación de los tradicionales molinos de viento de un tal Cornelis Cornellszoon.
En efecto, desde su invención por los persas allá por el Siglo VII, los molinos solo se utilizaban para moler granos y bombear agua, hasta que Cornelis revoluciono la industria maderera al diseñar un mecanismo que permitía darles un movimiento de vaivén ideal para cortar maderas.
Gracias a esta ingeniosa innovación de Cornelis que facilitó de manera exponencial la construcción de barcos, la localidad de Zaanse Schans se convirtió en el astillero más grande del mundo entre los siglos XVII y XVIII.
Este tipo de innovación no implicó inventar una tecnología completamente nueva, sino adaptar una herramienta ya existente para una función diferente y así aprovechar máximo los recursos disponibles.
Durante los siglos siguientes otros innovadores fueron desarrollando nuevas funcionalidades hasta llegar a presente con los generadores eólicos que producen energía limpia y renovable, mientras tanto el otrora innovador invento de Cornelis ha quedado reducido a una pintoresca pieza de museo.
La innovación en el seguro
Si bien la industria aseguradora es muchas veces (injustamente) percibida como anticuada o conservadora, lo cierto es que a lo largo de los siglos se ha ido desarrollando sin pausa , generando una amplia gama de coberturas tanto para individuos como para empresas.
Al igual que los molinos, tiene una historia varias veces centenarias, ya que la primer póliza de la que se tiene registro fue una de transporte que se emitió en Génova en 1350 orientada a proteger a los comerciantes de esa época que afrontaban riesgosas travesías marítimas. ( Y eso que no existían los actuarios!)
Es innegable que los aseguradores han sabido acompañar los cambios sociales y tecnológicos, protegiendo bienes y vidas hasta llegar en la actualidad a los seguros cibernéticos o a la cobertura de naves espaciales.
El seguro de transportes
Llama la atención entonces, que, a contramano de la tendencia de la industria aseguradora en general que no se detiene en generar nuevas formas de adaptarse al mercado, tanto en coberturas como en canales comerciales, el seguro de transportes de finales del 2024 no difiera mucho del creado en Génova hace ya casi siete siglos.
A priori, no parece lógico que, salvo algunas excepciones, las coberturas no hayan evolucionado para atender las nuevas necesidades y demandas de una logística en permanente evolución. La falta de datos que se suele invocar, si bien es ciertamente atendible , no puede ser un obstáculo insalvable (como no lo fue para el primer suscritor genovés).
Llama la atención que no se esté aprovechando o se haga de manera limitada todo el potencial que ofrecen las herramientas tecnológicas que están transformando la visibilidad de la cadena de suministro, que están generando una enorme y valiosa cantidad y calidad de datos e información sobre estado y condición de las mercancías en tránsito. ( De los que obviamente caricia el primer suscriptor genovés)
Esto está sucediendo en medio de una nueva revolución en curso llamada Inteligencia Artificial (IA) que viene a transformar de manera dramática todo lo que hacemos y como lo hacemos, con impacto relevante en el terreno logístico.
Resulta imperativo entonces movilizar a todos los actores del ecosistema de seguros de transportes para que, sobre la base de lo existente, se pueda evolucionar incorporando tecnología para una gestión de riesgos logísticos del Siglo 21.
De este modo no sólo estaremos frente a la posibilidad cierta de crecer con nuevos productos y servicios sino que también evitaremos el riesgos (no cubierto) de que el ramo se convierta en una curiosa pieza de museo, como sucedió con el innovador molino de Cornelis.
Por José Luis Anselmi CEO de AssistCargo