El amoniaco es un portador de hidrógeno muy adecuado para ayudar a sustituir los combustibles fósiles en el sector marítimo. Los motivos los ha explicado José Antonio Durango, ingeniero de proyectos de Soermar, en un ‘Encuentro con la Mar’ del Clúster Marítimo Español centrado en ‘Hidrógeno como combustible marino’.
Durango ha señalado que el amoniaco permite transportar hidrógeno de manera más sencilla y menos costosa, es menos inflamable y más seguro para algunas aplicaciones y, en el caso de utilizarlo en motores de combustión, no generaría CO2 ni emisiones de azufre y partículas sólidas. Ha detallado, asimismo, una serie de factores que favorecen el uso del amoniaco en el sector marítimo. Entre ellos, que teóricamente es más viable para viajes largos que el hidrógeno o las baterías, más fácil de almacenar y manipular puro a bordo de los barcos que el hidrógeno y que se puede producir utilizando fuentes de energía renovables.
La Agencia Internacional de la Energía estima que el amoniaco representará el 46% del combustible de buques en 2050. No obstante, Durango ha identificado los retos para su utilización en buques, como su toxicidad y peligrosidad si no se manipula adecuadamente o la necesidad de disponer de equipos de almacenamiento y manipulación adecuados y diseñados teniendo en cuenta la seguridad.
También se ha referido a la incompatibilidad con algunos materiales, como las aleaciones de cobre y zinc y los aceros de alto contenido en níquel. Al mismo tiempo, ha expuesto que incrementar la capacidad de producción del amoniaco a nivel mundial es aún muy costoso en términos de tiempo e inversión económica. Igualmente, ha puesto de relieve que existe incertidumbre sobre la disponibilidad de la tecnología y la reglamentación.
Por otra parte, José Fabián Plaza, fundador de Advanced Thermal Devices, ha expuesto los logros conseguidos en el proyecto Hidram, en el que también participa Soermar, que busca la descarbonización del transporte marítimo a través de soluciones de almacenamiento de hidrógeno y amoniaco gracias a la generación de amoniaco verde como combustible multipropósito.
El objetivo es explorar alternativas a los procesos de síntesis actuales a través de plantas de pequeño tamaño y escalables, desde 500 hasta 20.000 toneladas al año, adaptadas a la intermitencia de las fuentes de energía renovable como solar y eólica.