El mensaje de los principales responsables financieros del mundo es alto y claro: la inflación galopante ha llegado para quedarse y su control exigirá un esfuerzo extraordinario, probablemente una recesión con pérdida de puestos de trabajo y una conmoción en los mercados emergentes.
Sin embargo, vale la pena pagar ese precio. Los bancos centrales han pasado décadas construyendo su credibilidad sobre la base de su capacidad para luchar contra la inflación, así que perder esta batalla podría hacer temblar los cimientos de la política monetaria moderna.
«Recuperar y preservar la confianza requiere que volvamos a llevar la inflación hacia el objetivo rápidamente», dijo a Reuters, Isabel Schnabel, miembro del Consejo del Banco Central Europeo. «Cuanto más tiempo se mantenga alta la inflación, mayor será el riesgo de que la ciudadanía pierda la confianza en nuestra determinación y capacidad de preservar el poder adquisitivo».
Los bancos centrales deben seguir adelante incluso si el crecimiento se resiente y la gente empiece a perder sus empleos. «Incluso si entramos en una recesión, básicamente no tenemos otra opción que continuar con nuestra política monetaria«, dijo Schnabel. «Si se produjera un desanclaje de las expectativas de inflación, el efecto sobre la economía sería aún peor».
La inflación se acerca a los dos dígitos en muchas de las mayores economías del mundo, un nivel que no se veía desde hace casi medio siglo. Con la notable excepción de Estados Unidos, aún faltan meses para que se alcance un pico. La complicación es que los bancos centrales, en su mayoría, parecen tener un control limitado.
Por un lado, los altos precios de la energía, agitados por la guerra de Rusia en Ucrania, están creando una crisis de oferta sobre la que la política monetaria tiene poco efecto. El abundante gasto de los Estados, también ajeno al control de los bancos centrales, agrava el problema. Un estudio presentado en el simposio de Jackson Hole sostiene que la mitad de la inflación estadounidense está impulsada por el gasto público, añadiendo que la Fed no logrará controlar los precios sin la cooperación estatal.
Por último, es posible que se esté estableciendo un nuevo régimen inflacionario que mantendrá la presión alcista sobre los precios durante un largo periodo. La desglobalización, el reajuste de las alianzas internacionales tras la guerra en Ucrania, los cambios demográficos y el encarecimiento de la producción en los mercados emergentes podrían hacer más permanentes las limitaciones de la oferta.
«La economía mundial parece estar en la cúspide de un cambio histórico, ya que muchos de los vientos de cola de la oferta agregada que han mantenido a raya la inflación parecen dispuestos a convertirse en vientos en contra«, dijo finalmente Agustín Carstens, director del Banco de Pagos Internacionales.
«De ser así, el reciente repunte de las presiones inflacionistas podría resultar más persistente», dijo Carstens, que dirige una organización conocida como el banco central de los bancos centrales del mundo.
Todo ello apunta a una rápida subida de los tipos de interés, liderada por la Fed y con el Banco Central Europeo intentando ahora sumarse a su ritmo, y a unos tipos elevados durante los próximos años.
Relacionada: Colombia proyecta largo periodo para retornar meta de inflación