Con medio curso ya transcurrido, se confirma que el 2024 tampoco va a ser un año tranquilo para la cadena de suministro y el comercio, especialmente en el ámbito marítimo. El momento actual viene marcado principalmente por la crisis en el Mar Rojo, que se inició en diciembre de 2023 y no se sabe cuándo se va a solucionar.
Esto motivó un aumento en los tiempos de tránsito tanto a Oriente Medio como a Extremo Oriente, ya que la mayoría de las navieras se vieron obligadas a modificar sus rutas, bordeando el Cabo de Buena Esperanza. «Como los barcos estaban doblando su tiempo de retorno en la ruta a Extremo Oriente, pasando de unos 60 días a 120 días, las navieras tuvieron que incrementar el número de barcos en esos lares para intentar ofrecer salidas semanales. Esta reasignación se hizo en detrimento de otras rutas donde tuvieron que reducir barcos o modificar servicios e itinerarios», explica Ana Gómez, responsable de Exportaciones Marítimas de Expeditors.
Por eso, los niveles de los fletes marítimos de exportación han ido subiendo a lo largo de 2024. Ahora mismo, la situación se ha estabilizado y los recargos aplicados por las navieras han desaparecido de casi todas las rutas, a excepción de las que tienen que pasar por Cabo de Buena Esperanza, pero no es descartable que retomen de nuevo las medidas.
Por otro lado, en las últimas semanas «el incremento de demanda a Estados Unidos ha provocado que las navieras estén empezando a tener problemas de disponibilidad de equipo y espacio«. La subida coincide con la preocupante situación del Canal de Panamá, que empeorará en verano por ser la época de más sequía, y con las negociaciones de los estibadores en Estados Unidos.
La Asociación Internacional de Estibadores y la Alianza Marítima de los Estados Unidos están trabajando para llegar a un acuerdo, pero el riesgo de huelga existe en caso de no hacerlo antes de 30 de septiembre, y de producirse, tendrá un gran impacto en los puertos de la Costa Este y el Golfo.
Además, aunque esté más enfocado en la importación, la congestión en los puertos asiáticos, la cancelación de escalas, el aumento de tarifas premium y la reducción de capacidad en la ruta Asia-Europa, afectarán a la exportación.
Por ello, Gómez recomienda “una mayor previsión, ya que con un forecast confirmado con una mayor antelación se facilita el poder reservar equipo y buscar soluciones”. De cara al futuro, habrá que seguir de cerca la evolución de la crisis del Mar Rojo, sin olvidar el cambio que tendrá lugar en 2025 en las actuales alianzas marítimas.