Promovido por la Organización Mundial de Ciudades y Plataformas Logísticas, cada 16 de febrero se celebra desde el año 2016 el Día Mundial de la Logística. El sector, esencial desde cualquier punto de vista para el funcionamiento de las ciudades, ha ganado visibilidad en los últimos años a consecuencia de diverso factores, como la pandemia, que disparó las ventas ‘on-line‘ y las entregas domiciliarias en un momento especialmente difícil para las cadenas de suministro a nivel mundial.
Superado con éxito este desafío, tras una importante adaptación de los procesos logísticos a las nuevas circunstancias, el sector fue consciente de la importancia de que las empresas estuvieran preparadas para posibles disrupciones. El tiempo se encargó de darles la razón, pues en este tiempo se han sucedido diferentes acontecimientos que amenazaban las cadenas logísticas. El bloqueo del Canal de Suez, la sequía en el Canal de Panamá o los ataques terroristas que están impidiendo la navegación en el Mar Rojo han puesto en jaque al sector.
Se calcula que más del 80% de las mercancías se mueven por mar, por lo que cualquier elemento que altere esta parte del proceso tendrá un impacto sustancial en la logística, que cada vez más apuesta por el ‘nearshoring’ y por estrategias de diversificación de proveedores para evitar verse afectada por estas situaciones.
Dichas estrategias permiten reducir la dependencia de un solo mercado, disminuir costes y agilizar los procesos, además de acortar plazos de entrega, precisamente en un momento donde el cliente demanda cada vez más rapidez en la gestión de sus envíos y ha descendido sustancialmente su nivel de tolerancia ante posibles retrasos o fallos.
El impacto de la tecnología
La tecnología también está jugando un papel clave en esta evolución, pues permite identificar ciertos patrones, anticiparse a posibles problemas y tomar decisiones informadas y más acertadas. Al mismo tiempo, facilita una comunicación fluida entre proveedores, fabricantes, transportistas y minoristas.
Por ello, las empresas del sector están aumentando su inversión en sistema de gestión de almacén, vehículos de guiado automático o robots colaborativos, entre otras tecnologías, como el Internet de las Cosas o el ‘Machine Learning‘.
Mención aparte merece la Inteligencia Artificial, que ha irrumpido con fuerza en la logística y permitirá redefinir la experiencia de compra mediante por ejemplo, los asistentes digitales, lo que supone una reducción de las temidas y costosas devoluciones.
La mejora de los sistemas de pago y la gestión optimizada de las opciones de entrega también están entre sus ventajas. En el almacén, la IA resulta clave a su vez para agilizar los flujos de trabajo, eliminar los cuellos de botella y mejorar la productividad.
Otro reto para los próximos años pasa por aumentar la sostenibilidad, tanto en las operaciones de almacén como en la distribución. Los consumidores cada vez dejan más claro su interés por la compra de productos respetuosos con el medio ambiente, incluyendo reciclados o de segunda mano, y valoran más a las empresas que demuestran su compromiso en este ámbito.