Centroamérica y Estados Unidos celebraron el 28 de mayo de 2004 la firma de un “histórico” acuerdo de libre comercio que se ha traducido en un salto en las exportaciones de algunos países del istmo pero también en el déficit de la balanza comercial. Son dos décadas en las que ya se puede hacer un análisis en torno a beneficios o mejorías que requiere el texto, considerando la importancia que tienen los TLC, señala Víctor López representante de SEAL.
Según un artículo de la Agencia EFE, el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (CAFTA), firmado en la Organización de Estados Americanos (OEA), fue negociado entre enero de 2003 y enero de 2004 y se incorporó a la República Dominicana en julio de ese mismo año, adoptando entonces la sigla DR-CAFTA. Para 2009 ya había sido ratificado por todos los países, en medio de la controversia sobre la capacidad de los centroamericanos de competir con la producción de la mayor economía del mundo.
Panamá, aunque está en Centroamérica, no se adhirió al acuerdo regional y negoció de forma bilateral un tratado de promoción comercial (TPC) – que está vigente desde 2012 – con Estados Unidos, que desde antes de la entrada en vigor de los acuerdos era ya el primer socio comercial de las naciones centroamericanas.
El auge de las exportaciones centroamericanas
En Guatemala, las exportaciones hacia Estados Unidos han crecido a un promedio anual del 2.1% entre 2006 y 2021, pero las importaciones de productos estadounidenses lo hicieron en un total del 216% en ese plazo.
También cambiaron los productos que habitualmente Guatemala exportaba a Estados Unidos, ya que el café, las frutas y los combustibles minerales eran los más demandados antes de 2006. Hoy, son los productos textiles.
Algo similar ocurrió en El Salvador, donde, según la Fusades, mediante el tratado con Estados Unidos, el país logró un cambio estratégico de modelo exportador basado en el servicio de maquila a una integración vertical de la industria textil de algodón.
Lo anterior, a través de la implementación del modelo “paquete completo”, generando rentabilidad y capacidad competitiva en toda la cadena de valor, lo cual permitía reducir la desventaja frente a China y Asia.
La Fusades también señala en un informe presentado en septiembre pasado, que cuando El Salvador firmó el tratado ya venía experimentando y siguió registrando pérdidas de posiciones en el ranking de competitividad global, hasta llegar a la posición 103 en 2019, del lugar 61 en el 2006.
En el caso de Nicaragua, «las exportaciones hacia el mercado estadounidense se han casi cuadruplicado de US$ 1,500 millones a US$ 5,700 millones” en el 2022, según los datos de la Embajada estadounidense en Managua.
Un estudio de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) situó en 385.1% el crecimiento de las exportaciones de Nicaragua hacia Estados Unidos desde 2005 hasta 2022.
En Costa Rica, los datos de la Promotora de Comercio Exterior indican que en el 2007 el intercambio comercial con Estados Unidos era de US$ 6,870 millones y en 2023 se alcanzó la cifra récord de 21,933 millones. Al tiempo que la inversión estadounidense pasó de US$ 802 millones al récord de 2,617 millones en el mismo lapso, según datos del Banco Central costarricense.
“Desde la entrada en vigencia del CAFTA para Costa Rica en enero de 2009, hemos visto cómo las exportaciones y el flujo de inversión extranjera directa desde ese mercado a Costa Rica ha ido estimulándose y aumentando”, dijo el ministro de Comercio Exterior costarricense, Manuel Tovar.
Costa Rica ha logrado consolidar al mercado de Estados Unidos como principal destino de sus exportaciones, con el 45.8%, mientras que del gigante norteamericano proceden 38.2% de los bienes que llegan al país centroamericano, agregó Tovar. Al mismo tiempo, países como Honduras han mantenido un elevado déficit comercial con Estados Unidos tras la entrada en vigor del tratado de libre comercio.
Para el 2023, las exportaciones hondureñas a ese país sumaron US$ 2,106.4 millones mientras que las importaciones alcanzaron los US$ 5,062.8 millones, según cifras del Banco Central.
En este contexto, el economista hondureño Mario Palma dijo a Agencia EFE que Honduras tiene que “consolidar” la relación con Estados Unidos para sacar mayor provecho al tratado comercial, explotando, por ejemplo, su “posición geográfica bastante privilegiada”, pues “nada mejor que estar cerca del mercado más grande” del mundo.
A juicio de Palma, al cumplirse 20 años de su firma, el acuerdo regional “debería de evaluarse” también haciendo “un mea culpa” y revisando qué no se hizo “para sacar el mejor provecho” del mismo, como sí lo han hecho Costa Rica y República Dominicana, los países que “más provecho” han sacado del TLC con Estados Unidos.
En República Dominicana, analistas hablan de los beneficios del tratado regional pero también sobre cómo puede afectar la desgravación arancelaria prevista para el 2025 a la producción nacional de arroz, un sector fundamental para la economía del país y que emplea, de forma directa o indirecta, a más de 300,000 personas.