La geotermia se ve a menudo eclipsada por otras fuentes renovables como la energía solar y eólica, cuyo desarrollo continúa cobrando fuerza en medio de la transición energética. Sin embargo, las iniciativas para aprovechar el recurso del vapor podrían recibir un nuevo impulso en 2023 gracias a la expansión de esta energía limpia en el Caribe y Centroamérica.
Actualmente la capacidad geotérmica en Centroamérica la lidera Costa Rica (263MW), seguida de El Salvador (178MW), Nicaragua (153MW), Guatemala (34MW) y Honduras (30MW), según datos de BNamericas. Por su parte, Guadalupe es la única nación insular del Caribe que cuenta con esta energía renovable gracias a los 15MW de su planta Bouillante (en la foto).
En el resto de América Latina, la geotermia está presente en Chile (78MW) y México (976MW). Uno de sus principales retos, particularmente en países más pequeños, es el alto costo inicial de las perforaciones exploratorias para probar el recurso.
Con el fin de compensar este gasto inicial, el Banco de Desarrollo del Caribe aprobó recientemente US$17 millones para un proyecto de desarrollo geotérmico en San Cristóbal y Nieves.
Por su parte, el Banco Mundial anunció en noviembre una asociación con la Oficina de Asuntos Exteriores, la Mancomunidad de Naciones y el Desarrollo del Reino Unido, el Fondo Climático de Energía Limpia y Bosques de Canadá y el Fondo de Inversión Climática para explorar la viabilidad de la generación geotérmica en Santa Lucía.
Por último, Dominica Geothermal Development está avanzando en un proyecto de 7MW en la vecina isla de Dominica y tiene abiertos procesos licitatorios para llevar a cabo la evaluación social y ambiental de las líneas de transmisión y subestaciones.
La huella regional de Ormat incluye a Guatemala, donde la empresa está ampliando en 5MW la planta de 23MW Zunil. En Nicaragua, el Ministerio de Energía y Minas debiera adjudicar en los próximos meses los trabajos de perforación de pozos y los estudios exploratorios para el proyecto Cosigüina.
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