La repentina caída del Silicon Valley Bank en los Estados Unidos, prontamente seguida por otro banco, el Signature Bank, ha desatado muchos comentarios y preocupaciones sobre el riesgo sistémico de la banca, y por ende, la salud de la economía. No se puede negar que la quiebra de SVB representa un importante hito en la historia económica de esa nación, ya que es la segunda más grande insolvencia bancaria en su historia. Sin embargo, también se puede ver como un caso aislado.
Tal como recuerda El Diario en su publicación, el SVB era un banco con una clientela enfocada en el sector de tecnología. En este sentido, estaba expuesto a las vicisitudes de esa parte de la economía, mucho más que otros bancos de Estados Unidos. Sin embargo, los problemas de ese banco no se debían a esa concentración de una industria, sino a otras situaciones estructurales y de control de riesgo en su interior.
Los bancos, especialmente en Estados Unidos, manejan sus reservas de depósitos a través de inversiones en bonos, que son instrumentos de deuda, los que pueden tener una madurez de corto o largo plazo. Por mucho tiempo, la Reserva Federal (Fed), que es el banco central de los Estados Unidos, mantuvo las tasas de intereses muy bajas, prácticamente en cero, y el rendimiento de los bonos también era bajo.
Debido a la situación de inflación que ha ocurrido en ese país, y alrededor del mundo, la Fed se vio obligada a aumentar las tasas de interés. Una de las consecuencias de este aumento de tasas es que los precios de los bonos se han desplomado: en la medida en que las tasas van subiendo, los bonos que ya están en manos de inversionistas (en este caso, un banco), valen menos, pues la tasa de interés que pagan es fija y menor a la nueva tasa de la Fed.
Ordinariamente, el cambio del precio de un activo no tendría un efecto inmediato sobre la solvencia del banco, pues si esos activos son retenidos hasta su madurez, sencillamente se repagan a la par. Pero, en el caso del portafolio de “inversiones disponibles para venta”, las reglas de Estados Unidos requieren que el banco actualice los precios de tiempo en tiempo, y en el caso de SVB, se vieron obligados a vender ese portafolio asumiendo una pérdida cercana a los US$2,000 millones.
Ante esa enorme pérdida, el banco se vio descapitalizado, lo que llevó a que los depositantes corrieran a retirar sus ahorros y, eventualmente, causar su caída. Pero lo que queda claro es que el SVB era mal gerenciado, sin adecuadas gestiones para asegurar que el riesgo del aumento de las tasas de interés pudiera ser manejado sin resultar en una pérdida de esa magnitud.
La Reserva Federal también, para evitar un contagio o riesgo sistémico en toda la banca, explicó que se estarían pagando la totalidad de los depósitos (los bonistas y accionistas del SVB sí perderán sus inversiones).
Aunque el sector financiero completo en Estados Unidos tiene un desafío ante el aumento de las tasas de interés, también resulta evidente que la mala gerencia del SVB fue la causa de su caída, y aunque constituye un estrés para el sistema bancario estadounidense, un manejo prudencial tendrá un efecto de calmar al mercado.
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