En los campos de Guatemala, las mujeres toman las riendas. «No se trata sólo de trabajadoras agrícolas. Se trata también, y sobre todo, de mecánicas, soldadoras, tractoristas. Todas estas tareas están siendo asumidas cada vez más por mujeres», informa Luis Fernando Leal, del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras de Guatemala (CACIF), en entrevista con DW.
La escasez de mano de obra tiene un trasfondo grave: cada año, decenas de miles de personas abandonan el país centroamericano rumbo al norte. La mayoría huye de la violencia, la delincuencia y la pobreza. Muchos se van en busca de una nueva perspectiva, salarios más altos y, sobre todo, porque quieren reunirse allí con sus familias.
Ese fenómeno migratorio está produciendo un bache en el mercado laboral, no sólo de Guatemala, sino también de otros países centroamericanos. Según cifras oficiales, casi 86.000 migrantes fueron registrados por las autoridades en Estados Unidos solo en los primeros cuatro meses de 2023. Miles de millones de remesas extranjeras vuelven al país cada año, procedentes de los emigrantes. El año pasado fueron unos US$ 18.000 millones de dólares estadounidenses, según el Banco Central de Guatemala.
Nuevos enfoques
En Guatemala, sectores especialmente afectados por la emigración, como la agricultura o la construcción, intentan ahora sustituir a los trabajadores emigrantes por mujeres. «La parte positiva de esta evolución es que crea una oportunidad para las mujeres en el mercado laboral«, afirma Leal.
Algunas críticas acerca de la migración como causa de la escasez de mano de obra provienen de la sociedad civil: «Una de las principales razones es que en Guatemala hay muy pocos empleos bien remunerados. La primera razón de la emigración hacia Estados Unidos son las malas condiciones de trabajo en Guatemala», afirma a DW Nery Rodenas, del Centro de Derechos Humanos ODHAG, de la Archidiócesis de Ciudad de Guatemala
Los empresarios guatemaltecos no están de acuerdo con esas afirmaciones. Dicen que no tienen ninguna chance frente a los salarios de US$ 15 dólares por hora que se pagan en los campos estadounidenses. Muchos emigrantes no estarían al tanto de que el costo de la vida en Estados Unidos es mucho más alto. Por un lado, las organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos o Europa critican los salarios más bajos, pero, por el otro, los consumidores de países industrializados esperarían precios más bajos.
Finalmente, se establece que, cada persona en situación de pobreza que sale de Guatemala, se abre camino de algún modo en Estados Unidos y transfiere dinero a su país, es un problema menos, pero estabiliza el presupuesto financiero guatemalteco. Mientras tanto, las empresas sufren las consecuencias.
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